Sunday, November 05, 2006

Tiránido

ETEOCLES. A vosotros pregunto, insoportables criaturas: ¿es esto lo mejor, salvación para la ciudad y confianza para este ejército encerrado en sus torres, caer sobre las imágenes de los dioses tebanos, gritar, chillar cosas odiosas a los sabios? Ni en la desgracia ni en la agradable prosperidad tenga yo que vivir con la gente mujeril. Pues si triunfa es de una audacia intratable, y si se atemoriza, todavía es un mal peor para la casa y la ciudad. Así ahora, con estas huidas desordenadas por las calles, habéis extendido vociferando la cobardía exánime. Y acrecentáis con mucho la suerte de los de fuera, mientras que desde dentro nos destruimos a nosotros mismos. Tales cosas encuentra uno conviviendo con mujeres. Pero si alguien no obedece sus ór­denes, hombre, mujer o el que sea, se decidirá contra él una sentencia de muerte, y no podrá escapar al destino de morir lapidado por el pueblo. Al hombre incumbe, no a la mujer, resolver los asuntos de fuera. Quédate en casa y no hagas daño. ¿Me oíste o no me oíste? ¿O hablo a una sorda?