Te echo de menos… o te echo de más…
El círculo no se cierra y todo sigue igual, que más da…
La respiración no importa sino va al son de tu ritmo…
Si, calma, respira, dos pasos atrás, no más.
Y la Venus sin manos sigue tocando…
Y sin libertad, ni pueblo yo me marche con otro barco…
Rodearte, te…
Sumar más de lo que debo…
Al biorritmo de tu recuerdo no olvido.
¿Y qué me regalas?
Un pez de color en honor a mi memoria.
Y sin embargo te quiero, mejor me embargo en tu veneno…
Que no, de verdad que ponle fin a lo María Jiménez y di que se acabó,
por qué tú te lo propusiste, no yo.
No hay más…
Otro delirio sin grandeza, otro remedio sin enmiendo…
¿Y entonces? ¿Bukowski o Woolf?
Me da igual me quedo con Plath, a medias sin meditar…
Rompamos las barreras.
De qué barreras.
Ponle miedo al silencio, verás como no duele.
Otra vez y no suena, otra llamada sin respuesta.
¡Cállate! deja de limpiar las sobras de este polvo
que no se agarra a tu maldita cintura,
que me descoloca en el metro del centímetro que mata…
Me ahogo…,
dentro de una hora dices llamas,
dentro de cinco minutos enciendes…
Y ni enciendes, ni llamas.
No sé qué es más duro cinco minutos en soledad o una hora en compañía esperando. Ruega al ruego del veneno de tu piel.
Me marche con excusas de otro ritmo,
pero bebía mal del tuyo…
Princesa sin escarcha,
soñadora sin banda sonora,
trajes de raso y brocados,
cubre trajes de heridas fundidas con miel.
Mis besos no te sirvieron con mesura.
Da igual…