No puedes darle tantas vueltas
Decían…
Así que paró
Y entonces todo quedó inmóvil
Y aunque todos deseaban moverse, nadie podía.
Y pasó el tiempo.
Y todos miraban de un lado a otro.
Sin moverse.
Parecían tumbonas de playa en invierno.
Objetos inútiles denostados.
Regalos poco acertados en días equivocados
Visitas inoportunas o tuppers en la nevera.
Y todos miraban de soslayo
Todos comenzaban a olvidar
Qué eran, primero,
Luego quienes eran cada uno
Luego que qué hacían
Por último olvidaron sus sueños,
Y lo que fue peor,
Sus sueños los olvidaron a ellos.
Incluso las trepadoras pasaban de largo,
Evitaban a esos seres inertes en medio
De su entorno.
Sólo una tumbadera aparecía
de vez en cuando para llevarse alguno de ellos,
y todos comenzaban a temer por esto
pero no tardó en aparecer quién se alegrara
por que se ponía fin al tedio.
Entre tanto, ya nadie se acordaba de nada.
Así que vivían el momento,
Cada cierto tiempo, pasaba una trepadora,
Perdida, pues ellos ya no les llamaban la atención
Y entonces ellos, que sólo podían ver ya vagamente,
Decían haber creído ver tal o cual cosa,
Y así tenían para divagar un tiempo,
Hasta que el último teórico callaba
Y volvía el silencio de la nada
Y el ruido de las tripas, hambrientas e incapaces,
De estos seres ahora monstruosos,
Y en otras ocasiones, el movimiento de una tumbadera
Daba de qué hablar, y daba para muchas teorías…
De hecho, disfrutaban vorazmente
con la elucubración mental,
pues aunque mohoso y reseco,
aún era el cerebro el único músculo
que podían mover con libertad.
Pasó muchísimo más tiempo,
y por allí no paso nada
no volvieron las trepadoras,
ya sabían que allí no había nada para ellas
e incluso las tumbaderas se olvidaban de pasar,
y cada vez su visita fue siendo más rara,
hasta que no se las volvió a ver
o a sentir
La vegetación ya cubría sus cuerpos,
Y apenas emitían sonido alguno,
No podían casi articular nada,
Pues hacía tiempo que no tenían de que hablar,
Ya nada pasaba, y no tenían ya pasado ni recuerdos
Apenas unos orificios en los ojos,
pues seguían moviendo las pupilas,
pero poco más…
Y pasó más tiempo…
entonces, un día, una nota apareció en el aire
y trajo consigo un recuerdo, y un olor
y cada sensación despertó
a uno de los que allí se encontraban casi-latentes
y cada uno emuló una palabra
y con las palabras construyeron
una frase, un poco ramplona y forzada, si,
pero una frase, al fin y al cabo, y esta frase, además
tenía su propio significado, que fue la llave de todo.
La frase, no la recuerda nadie,
Pero el significado era el movimiento,
Y partir de ahí ni ellos ni
Sus hambrientas reflexiones pararon de moverse
Incluso, entretenidos, olvidaron que habían permanecido
Eones inmóviles
Y olvidaron a las ya olvidadas trepadoras,
y tumbaderas, y se dedicaron a moverse,
a moverse mucho y emitir muchas frases y palabras.
Solo las trepadoras, que ahora observaban ocultas y curiosas,
Sabían el terrible secreto de la verdad que la distancia da:
En realidad, seguían inmóviles, mudos, ausentes…
Sólo de vez en cuando
una tumbadera aparecía
camuflada de otra cosa,
para dar sentido a sus vidas…