Hay que tener una fuerza de predilección para las
cuestiones que ahora espantan a todos; poseer el valor de las cosas
prohibidas: es preciso estar predestinado al laberinto.
De esas soledades hay que hacer una experiencia. Tener nuevos oídos para una nueva
música; nuevos ojos para las cosas más lejanas:
nueva conciencia para verdades hasta ahora mudas, y la voluntad de la economía en grande
estilo; conservar las propias fuerzas y el propio entusiasmo; hay que
respetarse a sí mismo, amarse a sí mismo: absoluta libertad para
consigo mismo...