Te diriges en un taxi hacia no sé dónde. Cuando recuerdas que pronto pasará lo que tiene que pasar. Miras a tu alrededor esperando qué alguien se fije en ti aunque sólo sea para escupirte. Llega la edad maldita supera que nadie va a esperarte cuando llegues a casa. Supera que no sientes como una mano te acaricia desde hace caños como desearías. Pregúntate por qué has dado todo por los de tu alrededor. Y alrededor no hay nadie, por qué tienen sus vidas. No quiero amigos, no necesito amigos. Ya he cuidado de ellos.
Por qué todo el mundo logra ser feliz. Qué pasa que nadie tiene el sentido común de desperezarse el alma cuando tu encuentras a tu Yo. Tu acompañas a las amigas a que vean y consigan a sus hombres. Tu acompañas a los amigos a que vean y consigan a sus hombres. Quién te acompaña a que veas y consigas a tus mujeres... Quizá esa sea la diferencia. Quizá la vida no depara el sentido de la estética.
Catástrofes de genialidad. En un cuarto donde una mujer no aspira más que a aspirar su aire. Una mujer qué nunca decidió serlo, simplemente fue. Le tocó, le tocó el alma. En los pezones no reforzara la máscara.