Se hundió el Pecio de cemento
concreto, cómo jungla de lamentos
de sonidos, de risas lejanas,
una fiesta en altas horas de la madrugada
Serví en tu mesa mucho vino, lascivo
cayeron gotas de derribo,
no arribó,
ni siquiera con su soga al cuello,
pero de eso nada queda,
se olvidó, tocaste tus hilos.
Ahora creces, en los límites
que estableces
entre pecios y peces,
entre gente que olvida lo que persigue
tu escuchas, atentamente entre sus
rencillas, y dulces luchas,
sacas a relucir viejas estrategias...
quemamos en aquella fría tarde
todos los muebles del hogar que arde
el sofá y la estufa de errumbre,
el óxido nos comía el hambre
tu sudabas,
las penas las bebías con gotas de agua,
ebría abrías los problemas de los demás
no hay problema, entre juegos de guerra
y de infancias...
entre palabras vanas y circunstancias
entre pieles quemadas por las arrugas
ahora, dudas que,
se interponen entre mi asiento
y tus agujas,
en la vasta inmensidad de tus aguas
de tus miradas acuosas
de perniciosas lágrimas...
me miro
el espejo marca medio siglo
el reloj define el espejismo
pero mi arritmia se sigue quejando
y van dos
una pulsación por cada verso
un sentido oculto e inconexo
entre mi columna, y mi plexo,
entre mi diafragma y mi esófago..
el trayecto, que marca abyecto tu camino
sigue siendo el lugar cansino para mí
la bengala que disparo
si del naufragio salgo vivo