A veces retomo en mi memoria, restos de un desembarco, más bien de un abordaje. El recuerdo de las manos que mancillan el espíritu de un niño. En ese recuerdo, el artífice de mi piel desprotegida y del miedo postergado bajo todas esas capas de epidermis. Como un árbol soy, escarbad, romped mi corteza. Ahí debajo están susurrando mis miedos. Quitad la máscara ya cayeron los muros. Todos protegidos, amparados en la sábana de la tranquilidad titulada en “honoris sin causas”. Creo que he envejecido demasiado rápido. A mi edad un duro Diógenes me abate. Me desintegro entre tanta mierda sin reciclar. Alzad las alas a favor de la teoría del caos y volad jodidas mariposas. Agitad vuestras alas en esa parte del mundo, que el mío sufre sin más una destrucción en esta otra.
Peter Pan sigue visitándome por las noches. Otras viene Campanilla. Y me tapan protegiéndome en mi caparazón de las heridas. Lo peor es cuando viene el hombre del saco y las hadas no están. Solía soñar con todo lo que sería. Ahora pienso que soy. Sólo he conseguido ser yo. Pero un yo falto de acción. Falto de hacer. Falto de producción. Sé un ser productivo o muere de hambre. Mantente bajo las sábanas de Campanilla, no permitas que se vaya a la otra parte del mundo a agitar sus alas. Entonces en ese momento bajo tus sábanas de acero correrá la sangre de tu miedo. Fin de los cuentos de Hadas. Princesa abriros de piernas… Abriros ante mi educada lengua y la perfección de mis labios y dejadme buscar restos de vuestra felicidad. Dentro ahí más allá del propio sexo. Dentro ahí… Dejadme escarbar bajo vuestra piel donde habita la raíz de vuestro miedo. Dejadme ser vos durante un segundo. Dentro ahí en vos… Princesa no lloréis, princesa dejadme ahí en vuestro reino. Sólo un favor antes del cuento. Sólo apenas un ruego: No agitéis vuestras alas. Puede que el mundo aquí dentro se destruya.
Sí, a veces sigo pensando que he envejecido demasiado rápido. Incluso la memoria ya juega malas pasadas conmigo. Me olvide de ti y volví a recordarte. Horas de te quiero, podría cubrir el tiempo milésima a milésima de segundo con todos ellos… ¿Qué pasó? Da igual. Ahora tú sólo contestas bien. Mi vida bien. ¿Y yo? Y dirás: otra vez tu ego. Y ego dirá: no otra vez tú.
Ese mar, el del abordaje, ¿recuerdas ese mar? Tal vez tu memoria es más sabia. Quizá tu memoria es más joven… Y digo como empieza otro: "No hay nada que hacer". Y el existencialismo cubrió todo para dejar de hacer el ser. Los espacios están en plena construcción. Yo aquí, allí, en ti. Te lo dije, te lo grité, te lo supliqué con el imploro de las lágrimas… ¡No agites tus alas! Ahora estoy en plena destrucción. ¿Por qué? ¿Por un avión? Por doblegarme ante el dolor, y ceder al chantaje suicida de mi condición. ¡Para!- gritaba dentro- o las cuchillas por fin escarbaran mi epidermis hacia el miedo de no seguir… Después de un tiempo respiré... Respiré cuando Peter Pan y Campanilla batieron a Garfio en el abordaje… ¡No más cuentos! – Te imploré-.